El
Bullying laboral
Pasar más de ocho horas en una oficina implica, casi, vivir “en familia”,
con amistades y enemistades en el mismo espacio. La convivencia puede
complicarse cuando se tiene por compañero a alguien que te hace sentir
incómodo, innecesario y un mal elemento.
“La gente difícil existe en todos los trabajos, pero la situación es más
compleja cuando el colaborador detecta que el ataque a su persona o su
prestigio profesional es directo, y no se da de la misma forma hacia otros
integrantes del equipo. Eso desmotiva, exacerba el mal ambiente laboral y
puede terminar en renuncia“, dice la especialista en comunicación
organizacional, Erika Escamilla.
El ’bullying’ se atribuye generalmente a las escuelas,
agrega. Pero en cuestión de trabajo también se puede ser víctima de este
concepto, que “refiere un maltrato lo suficientemente severo como para dañar
la salud de un empleado y poner en riesgo su carrera“, según define el
Workplace Bullying Institute, una organización especializada creada
para ayudar a los empleados que sufren de esa situación (EEUU)
“Cuando uno escucha a un trabajador decir: “esta persona acaba con mi
energía”, no es algo figurado”, expresa Escamilla. Los ‘bullies’, por
sus inseguridades, tienden a intimidar y humillar a otros con la idea de
ganar o mantener poder. Es una forma de dejar claro la idea: “por más que
te esfuerces no podrás hacer tan bien las cosas como yo”. A veces, el
hostigador ‘adorna’ las palabras para que su insulto parezca más un consejo que
un regaño.
Las consecuencias de convivir con un compañero ‘pesadilla’ van desde
desánimo para trabajar, ansiedad y agresiones verbales, hasta obsesionarse con
el desempeño para ‘demostrar’ la calidad profesional que se tiene. “Algunas
personas llegan a pensar que ese maltrato es merecido, al no estar a la
altura de sus demás compañeros”, menciona la especialista.
Lo importante, subraya, es entender que la propia persona agredida es quien
debe solucionar la situación, de lo contrario el agresor se “empodera” y
siempre verá la forma de perjudicar a ese trabajador que, por alguna
razón, le representa “peligro”.
Tres reglas de oro para enfrentar la situación:
1. Pon la etiqueta. Lo primero es reconocer qué tipo de compañero
“tóxico” se tiene. Este comportamiento se “disfraza” de diversas formas, por
ejemplo: hay quienes hablan mucho y no permiten que otros opinen; están
aquellos que gustan de tener “la razón a toda costa”. Otros más se encargan de
descalificar el trabajo de la persona ‘por su bien’. “Suelen decir ‘yo
que soy tu amiga (o) te enseño a hacer mejor las cosas’”, puntualiza Erika
Escamilla.
El compañero que se siente atacado, sin embargo, llega a justificar o creer
los comentarios de la otra persona, porque el ‘bullie’ puede tener “dos caras”:
agradable y amiguero, por un lado, descalificador e hiriente, por
otro.
2. Manos a la obra. Una vez detectada la agresión, hay que actuar y no
dejar pasar la situación. De lo contrario, llegará el momento en que reacciones
a ella “descontroladamente” o en forma irracional, lo cual le da
“puntos” al agresor, y a ti te resta imagen frente al resto del equipo o los
jefes.
La solución depende de la situación; de la ‘magnitud’ de ‘toxicidad’ -por
así decirlo. Si la persona insiste en elegirte para descargar sus quejas,
además de no prestar atención, hay que desvincularse de él o ella; estar asociado
a ese tipo de personas además de producir desgaste te puede perjudicar en
imagen profesional.
Si es un ataque o humillación directa a tu desempeño, hazle frente con
argumentos, sin perder tu control emocional. La regla de oro es no perder la
cordura frente a jefes o quienes te rodean. Lo importante es hacerle saber
al ‘agresor’ que estás empoderado (a) para defender tu trabajo.
3. Busca refuerzos. En caso de tratarse de una agresión muy fuerte, se
puede escalar el nivel a una autoridad superior, pero sin contarlo como
“chisme” llega a esa reunión con directivos puntos claros y válidos de tu
posición frente al comportamiento del ‘bullie’.
Cuando se recurre a esta instancia es porque se trata de una situación
límite, que debe tener fin, pero no hay que “abusar de la oficina del jefe”
para acudir varias veces al día y mostrar el descontento con otra persona del
equipo. La habilidad para resolver y hacer frente a problemas laborales es
un expertise que todo colaborador debe desarrollar en su trayectoria.
Fuente: www.cnnexpansion.com
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