lunes, 27 de mayo de 2013

El ser humano como el centro de toda organización



Es posible pensar que la Feria del Libro porteña, como la que finalizó recientemente, equivale a una porción minúscula de Internet.

La mayor diferencia consiste en que la búsqueda de un tema o una idea no da buenos resultados a puro clic, mediante Google, sino que hay que andar a pie sobre los 45.500 metros cuadrados, a la manera de esos personajes solitarios que aparecen en las playas con un detector de metales y auriculares sobre sus orejas.

Es un esfuerzo físico que obliga a caminar varios kilómetros, ignorar el bullicio de estudiantes sobreexcitados por zafar de una tarde de aburridas clases, soportar y darse empujones a partir de las 18, revisar los libros amontonados de manera caótica, leer tapas, contratapas y páginas al azar, hasta encontrar una alhaja que puede hacernos más ricos que cuando entramos.

Así fue como apareció Meditando el Management, de Ventura Ruperti y Jordi Nadal, editado por Gestión 2000 en Barcelona en 2003. Este libro escrito a cuatro manos tiene la intención de instalar un neologismo, la antroponomía (que no hay que confundir con antroponomia, sin acento, una rama de la antropología).

Dicho neologismo tiene como objetivo sintetizar el concepto de la economía centrada en el ser humano, lo cual es muy loable y sería muy bueno que prospere.

Según los autores, "toda organización, desde un pequeño grupo de amigos hasta el más grande de los imperios, está orientada al ser humano; no es nada sin él". Incluye a clientes, proveedores y, naturalmente, empleados.

Contrasta con esta concepción la catástrofe ocurrida en Bangladesh hace pocas semanas, cuando el derrumbe de un edificio de nueve pisos provocó la muerte de más 1100 trabajadores.

La historia que precede a aquel desastre es muy oscura. El establecimiento estaba erigido sobre un terreno poco firme, con materiales de baja calidad, y sus cimientos fueron exigidos aún más cuando el dueño de la empresa decidió agregar cuatro pisos sobre los cinco originales, sin autorización ni estudios previos.

Quienes trabajaban allí tenían un sueldo promedio de 30 euros mensuales, lo que resultaba siendo un espléndido negocio para grandes marcas de ropa que no son para nada invisibles, sino todo lo contrario.

Algunas carpetas halladas entre los escombros confirmaron que una prenda que salía de esa fábrica a un valor de 4,45 libras esterlinas se exhibía en las vidrieras de Londres a 46 libras.

El tema nos es nuevo y hemos tenido -y podemos seguir teniendo- casos similares en nuestro país, aunque en escala menor. No habla bien de las corporaciones, hasta el punto que The Economist se pregunta si éstas no deberían estar atentas a las condiciones de trabajo de sus proveedores a través de la Garment Manufacturers and Exporters Association (Bgmea): "Si no es ella, ¿quién otro podría ser?"

Está claro que entre el desastre de Bangladesh y el ejercicio del management cotidiano hay muchas escalas intermedias, pero aquella propuesta de la antroponomía recorre todo el espinel.

Centrar toda gestión en el bienestar del ser humano, en sus variados aspectos y conexiones, tiene una fachada que puede resultar casi ingenua.

No somos un país especialmente dotado de competencias de liderazgo que respondan a aquella directriz descripta.

Sin embargo, la instalación del término y su significado puede ser un buen principio. Es una propuesta, apenas una semilla..

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